Pero, ¿y ese logo? No era un no sé qué amarillo, con el bicho verde y el otro raro con las almendras garrapiñadas?
Tranquilos! No hemos cambiado nada solo queremos darle un sencillo homenaje a una gran persona y recordarle ese proyecto que por razones personales quedarían en el olvido, o mejor dicho en el desván de los sueños, a la espera de ser sacudido del acumulado polvo rancio. Recuerdos añorados y cubierto con un plástico protector junto a un buen puñado de cajas apiladas, tal como si de una mudanza a medio acabar se tratase.
¿Y cómo irá mi homenaje? Pues a mi forma poniéndole los dientes largos recordándole aquellas etapas pucelanas!
Pues al lío!
Del 2 al 4 de Septiembre de 2017
Pongámonos en situación, Alcazarén (Valladolid) un albergue de peregrinos para nosotros solos y fuera una «pelua» muy hermosa a pesar de estar a primeros de septiembre.
– Quillo ve y mira si ya está abierto el bar.
– Mejor esperamos a las 10.00, que hará calorcito y seguro estará abierto!
Y así fue, sin nada ni nadie que nos despertase, solo podríamos dar media vuelta y seguir con el saco hasta el cuello. ¿Llegará el día que nos despertemos temprano para rodar? Que prisas vamos a tener si estamos de vacaciones!!!!!
Fregona en mano, carnavales de Cadiz como música ambiente y limpieza profunda del albergue y a rodar que nuestro compañero José nos estaría esperando en Valladolid.
Con las energía recuperadas tomaremos la senda hacia Valsequillo, un bonito pinar con la tierra algo «graciosa» me provocaría un desliz que poco me faltó para no estar aquí contándolo ahora mismo, no por peligro, si no por vergüenza ajena jeje.
Total que seguimos en la búsqueda de este «Señor» y suena nuestro teléfono -estoy llegando, me puse mi traje de gala para recibiros.- El muchacho nos llega con un flamante maillot simulando un traje de gala con corbata. ¡Que grande eres Joselito!!!- y nosotros con estas pintas y la misma ropa desde hace semanas… ¡Eso no se hace compañero!
Un carril bici nos llevaría hasta la ciudad de la corona y del escudo laureado. Un puñado de Sprints y de voces se llevaría nuestro anfitrión, – compadre que tu conoces el camino y nosotros vamos ya «ajogaos» déjate venir una mijilla!!!!
Motivos justificados tenía, en casa nos esperaba un pequeño cachorrillo (hoy en día ya muy crecido y fuerte) al que tenían que dar el biberón y sacar adelante. Pronto llegara de trabajar la anfitriona número uno, ya con el pack completo de lo único que tendríamos que preocuparnos es de ducharnos, ponernos ropa limpia (la de siempre por supuesto) y relajarnos y disfrutar.
Descansados y recuperados tocaría descubrir un poco de los rincones de Valladolid antes de engullir las pizzas que devoramos en la cena aquella noche.
La hospitalidad de Noemí y José llegaría mucho más allá, permitiéndonos pasar un par de noches más, la ciudad y por supuesto la compañía lo merecían y no podíamos decir que no.
Una ciudad que se encontraba en plenas fiestas, pasacalles de «cabezudos», moteros con carpas para tapear, concentraciones de Vespas, música regional y visitas monumentales. ¿Qué más pedir?
¿Tapear un poco? -Pues mira no era mala idea tampoco… En poco tiempo acabamos con esos platos de jijas y angulas y haciendo el sinvergüenza con un gorro de paja en la cabeza. ¿Es lo que tiene que no te conozca nadie no?
Nos mostraron cada uno de los secretos y rincones de su ciudad, de la mejor manera, esos rincones de los que el turista no se percatara jamás.
Tan agradable estaría siendo la jornada que por poco acabamos nosotros también en los Guinnes Records de ese año o intercambiado cromos antiguos en la plaza ¿Tendrá algún señor el cromo de Zubizarreta, Donato o el cromo de Mágico González en el Cádiz?
Caería la noche y pudimos disfrutar del frescor y el trato familiar de las personas mas allegadas a nuestros amigos, parque perruno con fosforescentes de colores incluidos!
Sin duda lo más simpático de nuestras jornadas con ello sería la visita a Olmedo, un parque Temático Mudéjar, dónde pudimos viajar, a perfecta escala, por cada uno de los monumentos de Castilla y León, representaciones, en las que podías meterte entre sus mini-puertas, eso sí, agachándose un poco y dejándote los riñones, ¡pero oye!
Disfrutamos como niños pequeños!
Y para no hacer esta crónica tan larga y no hacer llorar a nuestras compañeros mucho Despedirme con el PLACER DE HABER COMPARTIDO ESTAS VIVENCIAS CON DOS GRANDES PERSONAS, NOEMÍ Y JOSÉ
