Miguelturra, una cálida bienvenida a los pies de Ciudad Real.

Ciudad Real se aproxima, la pequeña salida al Sur de La Mancha va llegando a su fin. Pero no lloremos antes de tiempo, sigamos contando vivencias, sigamos contando HISTORIAS DE UN ALFORJERO

Ya estamos aquí otra vez, cielito al pie del cañón, con palas y con martillos y con la cara como un tizoooón.  Que sí, que sí, que no, que no, que se va, que se va el vapoooor.

Nada, nada, mejor me dejo de coplillas carnavalescas y os cuento cómo me fue este tramo ¿no?

Día 4, de Valdepeñas a Miguelturra

Valdepeñas, todo preparado, dispuesto a arrancar, cuando el señor de recepción me lo impide:
– ¿Algún problema Manuel?
– Ninguno,un café antes de salir? 
– si invitas…
-Por supuesto.

El par de sobaos y el cafelito gratuito me fueron muy bien para venirme arriba; y, de paso, quitarme las ojeras producidas por el par de vecinos que a mitad de la madrugada les dio por cambiar la decoración de la habitación y clavar alcayatas en la pared. No debía tener mucha soltura ya que por los ¡ay, ay! supongo que algún dedo se debió pillar con el martillo; pero bueno, suerte que el bricolaje duró poco menos de dos minutos, el tiempo de clavar un clavito y colocar algún cuadrito.

En esta jornada no pedaleé sólo pues me acompañaba María, que, de buena fe, me iría sacando poco a poco de la ciudad indicandome cada desvío que tendría que tomar; a estas alturas se agradece no rodar solo después de tantos días, la verdad. Tras unos kilómetros y rotondas llegamos al camino Rural de Almagro, donde decidimos despedirnos para no quedarme sin datos en el móvil. – Gracias María, ¿te volveré a ver algún día? – Cuando estés perdido aquí me tendrás.- dijo ella. Que gran invento esto del Google Maps!
Por delante una pista compactada y sin pérdida hasta Almagro, algún que otro cruce con carreteras locales, pero solo para cruzar al otro lado y seguir por pista.

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El descanso del viajero.

Poco antes de llegar a Almagro, veo una casita y una buena sombra, decido preparar la comida y tumbarme a la fresca bajo el constante canto de los alegres verdecillos, un pajarito que abundaba entre los trigales; tanto sería el nivel de relajación que me quedé frito, si no llega a ser por el recalentamiento de los pies a pleno sol aún podría estar allí…
Almagro! Bonito lugar sin duda, un lugar donde relajarse y de obligada visita al menos una vez en la vida, ni recuerdo todo el tiempo que pasaría fotografiando su plaza.

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Plaza Mayor de Almagro.

Bueno ya está bien, sigamos pues, otra pista recta en descenso, una curva, otra recta, otro viñedo, otro viñedo, otro más, anda mira otro viñedo más, otra recta muy larga, ¡anda mira! una novedad! ah no… que es otro viñedo más  y  así entre viñedos y con un sol abrasador me llevaría hasta una pequeña población, en la cual el ilustre «Manco de Lepanto» nos contaría que su carismático personaje rechoncho, Sancho Panza, vino a entregar una carta a Dulcinea; Miguelturra, una coqueta y acogedora población a las puertas de Ciudad Real.

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¡¡¡¡¡¡¡¡Prieteni buni!!!!!!!

Aquí me esperaban Petru y Roxana, una pareja rumano-moldava encantadora.

Hemos volado  su drone, Petrus me ha arreglado el espejo con pasta de dos componentes, hemos preparado barbacoa para cenar y degustado, o mejor dicho devorado, el rico pan casero al estilo de Rumanía que preparaba Roxana.

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Adoro Couchsurfing! ¿Qué más se puede pedir? ¿Quedarme una semana más? Sí, podría ser, pero aún queda senda viajera.

Gracias por llegar hasta el final!
Fotos de la Etapa

Un abrazo amig@s!

Por tierras Manchegas. De Villanueva de los Infantes a Valdepeñas.

Buenas a todos!
¡Seguimos con las crónicas manchegas!

Amanece en Villanueva, parece que la morena de Antena 3 ha guardado el paraguas, recojo con ganas y empaqueto el material . Todo listo, voy a calzarme… horroooooor el calcetín mojado hasta el último elastiquillo, que suerte la mía,  las zapatillas de la bici aún estaban empapadas, había olvidado pedir periódicos viejos para acelerar su secado, suerte que siempre llevo los «Queshua» para estos imprevistos que aún en ausencia de calas al menos llevas los pies secos…

Bajo a desayunar y con carita de pena. Negocio con la mujer:

– Sé que el desayuno es buffet, pero solo necesitaría una tostadita y un café, anda pórtate y no me cobres los 5 euros del bufé enteros…- accede con más simpatía de lo habitual en estos casos, ya que lo normal es que te digan ¿y a mi que me importa? Es lo que vale y punto.-
A pesar de estar solo y tener frente a mí todo un surtido de manjares, soy fiel a mi palabra, no caigo en la picaresca y tomo solo lo acordado.

-¿Cuánto te debo guapa? – Dame 2 euros anda.

Ahora sí que sí , salgo y comienzo mi jornada, no sin antes fotografiar la plaza principal, ya que no lo hice por riesgo a mojar la cámara el día anterior.

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Villanueva de los Infantes

Sigamos nuestra senda maestro Yoda. Entramos en la pista con desconfianza y temor, tierra de viñedos, pista arcillosa, poco compacto, muchas marcas de tractores…auguro problemas en los próximos kilómetros. Poco me equivocaría, antes de lo que pensaba, me encontré sin salida y embarrado hasta las rodillas. El trazado de mi gps nada tenía que ver con la senda original, cuando trataba de recuperarlo, otro barrizal me encontraba; la tierra arada y las fuertes lluvias, es lo que tiene…

No me queda otra, tengo que ser infiel a mis principios, toca dejarse la moral por los suelos, toca «bajarme del burro» y empujar a regañadientes, toca alterar mi ruta y tomar asfalto. Consigo encontrar un camino que me devuelve a la carretera sin demasiado pastizal y me incorporo.

Bueno, al menos tiene buen arcén; dos lagrimones ficticios de coraje caen por mi rostro, los que me conocéis ya sabéis cuánto me niego a rodar en compañía de coches.
Dicha carretera me desviaba de mi ruta original como ya dije, pero esto es aventura y ya desviados ¿qué más da improvisar, no? Valdepeñas me esperaba! Pedaleo entre toboganes y alguna que otra larga cuesta, no estoy tranquilo, decido parar y pensar en cómo reparar el espejo. Recuerdo un video de Pablo de Bikecanine, en el que lleva el retrovisor atado a un palo de madera. Buena idea…
Dónde busco yo ahora un palo Jesulito? La respuesta la tenía frente a mi, en mis narices. – ¡Ya está, lo tengo! Varillas de la tienda de campaña, bridas por doquier y más de una vuelta de cinta aislante al inventillo improvisado; y, porque no estaba mascando chicle, que si no, ya le hago hasta un sistema eléctrico de intermitentes a lo Macgyver.

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Dame un par de bridas y sujetaré el mundo!

Va siendo hora de comer y decido parar a tomar algo en un bar de gasolinera.

– Zumo de piña y un montadito de lomo por favor – Aparece con un platito de chorizo a la brasa, con su cardito chorreando el pan… se me caen dos lagrimones mientras lo devoro. Aparece el citado «montadito XL» con su lomo a la plancha, su queso fundido y su tomatito. «¿Se nota mucho que aún no he almorzado mientras escribo esto?»

El del bar me intenta vender un botijo de barro de 5 litros de recuerdo, que lo enganche encima de las alforjas decía, que él me presta los elastiquitos… «ya estoy yo cargando con un botijo de barro…»

Seguí mi pedalear e improvisé mi senda por las calles de Valdepeñas, en la búsqueda de un techo, no hubo suerte en Warmshowers ni Couchsurfing.

Ya alojado oigo desde mi habitación una música familiar, una banda de cornetas y tambores, ¿Ein? Me he desviado y he vuelto al sur? Sabía que debía de haber girado la segunda a la derecha, me asomo al balcón y descubro el lento avanzar de un Paso procesional, por poco me arranco con una saeta al estilo andaluz, pero desconozco si por tierras manchegas siguen la misma tradición. P1000584.JPG

Gastronomía, cultura y tradición. ¿Qué más podía pedir para esta etapa?

Un abrazo amigos!

Enlace a fotos de la jornada:
https://www.flickr.com/gp/154861572@N04/ooMjv5

 

A un hilo del desvanecimiento.

28 de Diciembre de 2016

¿Os suena la fecha verdad? Día de los Santos Inocentes. Aún recuerdo aquella anotación, aquél diario público de viaje, aquella fatídica crónica, la cual, en el momento de su publicación bien  podría haberse entendido como una dura inocentada, pero  desgraciadamente no fue así.

Afortunadamente el cuerpo humano, ese gran sabio, ese gran sistema interconectado que todos poseemos, ese gran organismo que sabe afrontar y defenderse sobre ataques externos, ataques de organismos unicelulares o de cerebros unicelulares como fuera nuestro caso, cuidaría de nosotros.

Where is the Limit?

Dice un conocido spot publicitario; el límite de ellos no lo sé, el mío sin duda aquella jornada lo alcanzaría con creces.
¿Pero que hicistes pedazo de burro?- 

Comencemos pues:

La etapa desde el albergue de Rosa, nueve kilómetros antes de Ribadesella, se convertiría en un mártir, una etapa endiablada de 71 km y un desnivel acumulado de 1400 metros.  Desde aquel lugar partimos con la idea preconcebida de que solo serían 2 puertos no muy importantes, lo que muy a nuestro pesar no sabíamos era que el mayor desnivel lo tendríamos en un falso llano que con subidas y bajadas continuas nos iría castigando poco a poco.

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Nuestro pedalear nos llevaría de forma alegre hasta Villaviciosa. Lugar donde nuestra senda podría desviarse por el sur rumbo a Oviedo, o mas al norte, en dirección Gijón. Tras plantearnos hacía que lugar avanzar, decidimos decantarnos por Gijón,  unas de las decisiones tal vez mas erradas de nuestros viajes, o tal vez no, y el destino así lo quiso. ¿Quíen sabe? a estas alturas qué mas dará ahora..

IMG_20161226_141410Sería desde aquel lugar y momento donde nuestro pedalear alegre se acabase, comenzando una serie de altibajos aparentemente inocentes, pero tan peligrosos como perro que no ladra pero muerde.  Los altibajos, los dos picos que ya sabíamos y el tiempo de luz se pondrían en nuestra contra. Anímicamente, físicamente y moralmente agotados, tuvimos la suerte de dar por el camino  con una casa que ofrece ayuda a todo peregrino que pasa por allí , lugar que como agua de mayo nos daría nuevamente la vida, «El Peregrin Cansau» tenía rotulado en su covacha. El trato con aquella señora tan humilde y entregada, la invitación a un café y varios polvorones, se convirtieron en los responsables directos de que dejásemos pasar el tiempo, todo eso y  y el ronroneo de sus gatos y sus juguetones  perros harían el resto.

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Pero como era de esperar, tocó  despedirse. Por delante el peor de los puertos que tendríamos que afrontar, – «deberíamos de haber traído la tienda de montaña»- lamentaremos más de una vez –«No puedo más, en la próxima casa abandonada nos quedamos»- Exhausto comentaba – «No tenemos apenas comida ni agua Jesús»-  «Me dá igual papá, no doy más de mí». – «Vamos chico un poco más, tu puedes hacerlo».   Gijón sin duda se nos estaba atravesando. Pero entre tanto llanto y suspiro  al fín conseguimos coronar el mayor de los puertos y respirar profundamente antes de disfrutar  con aquélla bajada interminable.

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Como era de esperar, finalmente nos cogería la noche.  Una familia al vernos cansados y con caras de circunstancia se interesaría por nosotros y trató de ayudarnos. 

– ¿Necesitais pasar noche? Os pregunto en un hotel cercano – Haría uso de su teléfono móvil para localizarnos alguna habitación disponible – ¿Espera hacia dónde vais?

– Tenemos intención de llegar a Gijón. ¿Queda mucho? No damos para más. 

– No, que va tan solo 10 km y os aseguro que es todo cuesta abajo.

-Enserio? Gracias! seguiremos pues.

Con la noche más oscura, luces delanteras y traseras y chalecos reflectante trabajando al 120% pupilas abiertas como platos y un gran dolor que me oprimía el estómago, señal de que el esfuerzo estaba llegando a su límite, llegaríamos a nuestro destino.
Pero aún no habíamos acabado, un largo caminar de casi 3 km a través de las largas avenidas de la ciudad nos dejaría en casa de Vicente, nuestro ángel de la guarda gijonés .

Cómo os dije al principio el cuerpo es sabio y sobre todo tiene un límite, límite que después de una semana sin descanso y la etapa vivida, lo superé con creces.  Sería en el final del día, tras una ducha en la que el citado límite explotaría, mis piernas flaquearían  y el cuepo me haría vivir una de las mayores pajaras de mi vida, exhausto, mareado, en otro mundo y sin fuerzas caí rendido en aquél sofá.

Aconsejados por Vicente y su anciana madre, a los cuales desde aquí tengo que agradecer que tanto se preocuparan por mi estado  durante aquella noche y días venideros, tomaríamos la decisión  de parar de rodar por un día completo, manteniendo  un merecido y necesario descanso y reposo.

Y así fue, ¿quíen no lo hubiera hecho después del episodio vivido? A las 07 de la mañana tomaremos el tren que nos llevaría hasta Luarca. lugar donde pudimos disfrutar del citado descanso.

Where are the limit? Creeme mejor no lo busques y sal a disfrutar del camino. 

Un Abrazo amigos

Desde Deba a los pies del Guggenheim

Capítulo 3. 

¡Kaixo amigos!

¿Comenzamos?
Deba, 06,30 de la mañana,ruidos en la habitación, ¿quién osará despertarme a estas horas? Abro los ojos con la estrechez suficiente para poder comprobar que Min-Ho y Anne, se están colocando sobre las espaldas sus pesadas mochilas y agarrando sus bordones modernos del Decathlon, bordones que ahora se llaman palos de trekking.  A duras penas levanto mi mano y me despido de ellos. ¿A dónde irán estos «chiquillos» a estas horas, si las calles y las farolas aún  están cerradas?

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Ya desvelados, decidimos seguir sus pasos y comenzamos a prepararnos para nuestra salida. La oscuridad aún reinaba sobre Deba, pero la iluminación artificial del lugar nos ayudó a contemplar el río Deba desde otro punto de vista. Una ikurriña que ondeaba en aquel «Portu» quedaría inmortalizada junto a mi fiel compañera, momento que mi padre aprovechó para conversar con un pensionista dando así rienda suelta a su palabrerío mañanero y ya de paso contarle nuestros propósitos del día.
Aquel señor nos recomendó dos salidas, una por la costa y otra subiendo por el monte. Viendo la poca luz, aunque estaba ya amaneciendo, y sobre todo la gran cantidad de tráfico, nos inclinamos por el monte. ¿Error?, ¿sí?, ¿no?, ¿quién sabe…? En ese momento vimos que eso iba a ser lo mejor y seguimos nuestro instinto.

La Ermita del Calvario, aquel nombre ya invitaba a pensar que el camino se presentaría «divertido» para nosotros, pero, ¿tenemos prisa por llegar? ¡En absoluto! Con la mente y la mirada puesta en el alto de aquel cerro comenzamos a rodar y a tomarnos el camino con filosofía y tranquilidad. Por el camino conocimos a dos ancianas que nos animaban constantemente con sus «Aúpa» para seguir avanzando, digo constantemente, porque cada vez que nos parábamos a descansar las señoras nos adelantaban y nos saludaban con algo de  malicia y sentido del humor.

IMG_20161221_110229.jpgUn camino de pista rodeado por grandes troncos perfectamente apilados y a la espera de ser aserrados, nos iría acompañando en nuestro camino a la pequeña población de Larruskain. Una aldea o más bien calle, en la que detuvimos al furgón  del panadero para poder degustar el buen pan de la zona; un «ogia» que por aquí ponen de metro y medio, un pan mucho más elaborado y rico que al que nos tienen acostumbrados en las zonas menos rurales, un pan ultracongelado  que ni por asomo se puede comparar con aquel «ogia» que nuestros paladares y estómagos disfrutaron en aquel merecido descanso. 

img_20161221_094303En la búsqueda de Markina,el macizo de Arno nos obsequió con un cambio provincial, ya que dejaríamos Guipúzcoa para ser recibidos por Vizcaya. Casi sin darnos cuenta y por una carretera al 90% libre de coches, con unos paisajes muy característicos y en contínua bajada, nos colocamos en la trístemente histórica Gernika. Un recuerdo a Picasso, un recuerdo a la historia y   un paseo por sus calles y principales plazas y rumbo a Bilbao.

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Y así, sin más pena ni gloria, llegamos a Bilbao. En esta ciudad nos esperaba Rafa, un compañero de la red Warmshowers y maestro universitario, que nos brindó su casa para que pudiésemos descansar y disfrutar de Bilbao. Tuvimos la suerte de que Rafa nos mostrara su ciudad, su catedral de nombre Santiago, sus calles o mejor dicho «Kaleas», el Arenal y su ría de Nervión, el museo de Bellas Artes y los rincones de las 7 calles. Para rematar nuestra buena suerte, hemos coincidido con un Bilbao en fiestas,las fiestas de Santo Tomás; un festejo que se remonta a tiempos de caseríos, cuando los inquilinos de los pueblos traían sus productos agrícolas y artesanales a la ciudad como moneda de cambio a sus señores arrendadores. Festividad que en la actualidad se aprovecha para juntarse con cuadrillas de amigos y los más jóvenes  para beber txakolis hasta perder el rabillo de las txapelas.

Por nuestra parte la hemos aprovechado para aprender cositas y costumbres de aquí, fotografiarnos y como no, dejar nuestra carta al Olentzero.

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IMG_20161220_075751.jpg– ¿Olentzero? ¿Me puedes explicar quien es este simpatico y agradecido señor?
– ¡Está bien! Atiende y apunta:

Olentzero es un señor bonachón carbonero que junto  su boina y pipa , cada 24 de Diciembre baja de las montañas para traerle regalos esos niños  y no tan niños vascos y navarros, que con ilusión han esperado su llegada y se han portado bien, todo el año o al menos las 48 horas antes de su llegada… Podría extenderme mucho más por la historia se de este ser popular, pero básicamente, ya habrás podido descubrir «pequeño saltamontes», que se trata de un representación similar a El Apalpador, o también Pandigueiro, de Galicia; el L’Anguleru, de Asturias; el Tientapanzas, de Écija; el Tió de Nadal, de Cataluña y Aragón, personajes con arraigo de la mitología popular navideña.

Y si tanto festejo popular no hubiera sido suficiente,  fuimos abducidos y rodeados como turistas distraídos por un corro de personas mayores que nos brindaban al son de sus txirulas (flautas), tamboriles y  acordeones, su baile regional ; mientras danzaban y giraban sus queridas vestimentas populares, con sus manos en alza y sus calcetines de lana blanca.

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¡Vivan las sanas costumbres y que nunca se pierdan  las adorables tradiciones!

Y sin más nos despedimos de Bilbao, ciudad de la ría, el Guggenheim y otros muchos rincones más con encanto

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Gabon Amigos.

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Camino del Norte: De San Sebastián a Deba

Hola de nuevo!

¿Dónde lo dejamos? – Santiago de Compostela? – No, no, mucho más para atrás, que todavía queda para eso. Sigamos mejor desde San Sebastián.

Aún recuerdo esa segunda etapa, todavía la tengo presente; las piernas aún lacias y algo cansadas de la poca actividad, no del día anterior sino de la forma física resultado de llevar los últimos meses sin actividad alguna; pero bueno, ya se irían acostumbrando.

El día se presentó lluvioso. De nuestras alforjas saldrían los recién estrenados equipos de lluvia, ropa plastificada y poco transpirable, que por suerte acabaría abandonada en el fondo de nuestras alforjas el resto de los días. Una mañana que no había comenzado con un «Chirimiri de fina agua» sino más bien, con una buena señora lluvia, que nos auguraba un recorrido amargo bajo una enorme cortina de agua. Cruzábamos los dedos mientras íbamos introduciendo pertenencias en nuestras alforjas. -Vaya comienzo…-comentábamos cabizbajos.- Tranquilo, seguro que  «escampa pronto» – Nos tratábamos de autoconvencer…

– Mejorará seguro, no seas pesimista, seamos realistas, ¿llueve? Pues a equiparnos para la ocasión

Y allí estábamos nosotros, dispuestos a rodar con más plásticos encima que un invernadero de Almería; pero eso sí, ante las adversidades, fuerza, moral y una buena sonrisa.

Comenzamos nuestra jornada  con el propósito de coronar el monte Igueldo y disfrutar de la panorámica de San Sebastián. En el recorrido dimos con un pequeño rincón con botellas de agua y sello para nuestras credenciales que nos ofreció el vecino y peregrino José Mari. «Por favor, no deje dinero» recordaba un cartel, dejando clara su ayuda al prójimo de forma desinteresada; una cortina se entreabrió frente a ese punto de avituallamiento, supusimos que sería el amigo Jose Mari y le saludamos como muestra de agradecimiento.

Llegó el momento del dilema. Un cartel con sugerencia para bicigrinos y otro para peregrinos nos hizo dudar:  – ¿Camino o carretera? ¿carretera? ¿Camino? – Por la carretera- ¿Por el camino has dicho? Vale pues por el camino… Camino de botas y mochilas  por el que no importó descabalgar y disfrutar  de unas de las calzadas de piedra más largas y mejor conservadas de todo el País Vasco según informaba un cartel.

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Calzada de Aganduru

Nuestro pedalear nos llevaría  hasta Zarautz, lugar donde nuestros estómagos se encargaron de recordarnos, que ellos también viajaban con nosotros. Un descanso merecido donde además del desayuno de media mañana, disfrutamos de la charla con un local que había recorrido el camino varias veces y que nos ofreció buenos consejos para los próximos días. img_20161220_132734Un paseo costero a la salida de Zarautz nos regaló una impresionante panorámica a las bravas aguas del Golfo de Vizcaya, unas vistas que a pesar de la dureza del oleaje servirían para relajarnos mientras pedaleábamos en busca de la localidad natal de un veterano navegante, de los de antes, de  la vieja escuela, un navegante que por aquellos tiempos de descubrimientos del s. XVI, partió desde Sevilla para darle la vuelta al mundo.¿Ya sabes de quién hablo? ¿Y si te digo que lleva su nombre un buque escuela famoso? Exacto, Juan Sebastián Elcano. Tratamos de quedar con él y que nos contara qué tal le fue el viaje, pero nada no hubo manera, se ve que el hombre estaba demasiado liado con sus cosas, así que seguimos nuestra ruta en búsqueda de Deva.

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La  noble y leal villa de Deva (en euskera y oficialmente, Deba) situada al noroeste de la provincia de Guipúzcoa, se convertiría en  nuestro pueblo alberguero de hoy. 

-Perdone ¿sabe usted dónde queda la Oficina de Turismo?- Claro que sí, síganme- Juan, un señor de avanzada edad, procedente de Burgos pero instalado en Deva motivado por un amor de juventud, nos guiaría hasta las citadas dependencias. – Anda está cerrada… ¿Ahora que?- preguntaba mi padre. – Vamos a la policía local, tal vez sepan algo- Sugería Don Juan.  

En las puertas de la Policía Local, nuestro improvisado guía, ejercería de intermediario:

– Estos señores son peregrinos, quieren recoger las llaves del albergue. 

Hace años que el albergue cuenta con hospitalero, ya no hace falta buscar ninguna llave – respondió aquel agente con voz seca y como si no fuese con él.

Finalmente Juan,mi padre y yo, nos dirigimos al albergue municipal situado junto a las vías del tren de FeVe, un fuerte abrazo por su amabilidad serviría de agradecimiento y despedida a aquel gran señor.

Ya instalados y duchados disfrutamos de un paseo por sus calles, sus bares y sus buenas tapas que por aquí llaman Pintxos.

En nuestro pasear nos colamos en otra pista de pelota vasca para conocer más este deporte, que se practica desde corta edad. Una «ama» que se encontraba allí esperando a su hijo nos contó muchos detalles sobre el juego; densidad de las pelotas de cuero que botan más o menos, distintos pesos, que se juega con la mano, con una paleta o con una cesta punta (especie de garra hueca que ayuda a lanzar la pelota con más fuerza). Incluso nos invitaron a jugar, pero no tenía yo las piernas para tanta carrera y sentadilla en busca de la pelota.

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Y como diría Bugs Bunny:

Eso es todo amigos

Besarkadak eta musuak!
Ea a darle al traductor!!!!