Buenas amigos, ¿por donde lo dejamos? ¿Peñacastillo? ¡Pues claro que sí! Como se me va a olvidar la estancia en casa de nuestros amigos Carlos y Silvia y sus ricas croquetas para la cena, sí por mí fuese, me hubiera llevado las alforjas cargadas de las que se quedaron sin comer por respeto en el plato…
Pues nada, al lío sin más demora , seguiremos con nuestro paso por tierras cántabras:

«Si podeis parar a visitar Santillana del Mar no lo dudéis, tratar de ajustar el horario del almuerzo para deteneros allí y disfrutar de sus calle»- Sabio consejo que algún que otro compañero nos diera»
Y con esa recomendación comenzamos nuestra nueva jornada, en la búsqueda del pueblo de «Las tres Mentiras» ¿Que porqué? Sigue leyendo que más tarde te lo cuento. La citada población se haría de rogar, antes tendríamos que atravesar la población de mi abuelo paterno, Boo de Piélagos. – ¿Tú abuelo era de Cantabria? – ¡Que vá! pero en mi Rota natal como en otros lugares por tiempos de antaño se usaban los apodos más que los nombres y mi abuelo le dicen el «Boo» así que indiscutiblemente esta pequeña localidad nos caería en gracia y nos daría tema de conversación para el resto del pedaleo.
Un gran rodeo junto al cauce del río Pas, nos haría replantearnos si la señal anterior de los 560 Km se refería a la distancia hasta Santiago o a la distancia de tal rodeo… exageración aparte, el rodeo fue agradable y tranquilo con la mirada siempre presente al otro lado del cauce.
¿Se podría haber evitado el rodeo? Eso dicen… Pero la opción de atravesar una línea de ferrocarril no estaba en nuestros planes.
Extracto de la Guía Eroski: Etapa de Santander a Quevada
«El peregrino ya contará con la información de que a la salida de Boo es posible recortar la etapa en cerca de 8 km si cruza el río Pas por el puente del ferrocarril, evitando así el rodeo hasta Puente Arce. Hay folletos que alertan sobre ello y prohíben el paso. Si se va a tomar el atajo, la opción más segura y legal es coger el tren en la estación de Boo y bajarse en la de Mogro. Si se hace a pie, aunque sea puro sentido común, hay que asegurarse de que no viene el tren y conviene no entretenerse al cruzar. Ya se podía haber buscado alguna solución, sabiendo que lo utilizan casi todos los peregrinos desde hace bastantes años. El Camino oficial, sin atajo, se dirige al barrio de Escobal y luego a Puente Arce, donde se cruza el puente sobre el Pas.»
A medio día y casi sin haberlo cuadrado llegaríamos a Santillana del Mar. Su monumental románica y patrimonial Colegiata nos daría la bienvenida con sus nueve siglos de historia. Sus calles empedradas y los años de historia no se privaron de mostrarnos todo su encanto. Sus callejones llenos de pequeñas tiendas de artesanía, productos regionales y tiendas de souvenir nos daría una idea de la afluencia del turismo en esta localidad cántabra. Con suerte para nosotros, el pueblo dormía tranquilo, fruto de la festividad venidera. La parte negativa del asunto sería que no pudimos aprovechar y entrar a conocer lo monumentos con mas detenimiento, ya que se encontrarán en su totalidad cerrado al público.

Antes de dejar Santillana del Mar por nuestras cabezas rondaba la disyuntiva de visitar o no las Cuevas de Altamira, finalmente y tras meditarlo decidimos seguir nuestro camino a nuestro próximo destino Cobreces.
Dos flechas, dos caminos distintos, alternativo y original, nos daría la bienvenida en la citada localidad, decidimos tomar el original que bajaba a la derecha en lugar de rodear por la carretera, mi padre se detuvo a rellenar los bidones, fue entonces cuando un vecino nos comentaba que originalmente el camino era el alternativo y el alternativo el original, que no sabía porque les había dado por cambiar el recorrido y mandar a los peregrinos por el lado con más dificultad. Original o alternativo la cosa es que nos tocó empujar a las alforjeras ladera arriba. Medio exhaustos a otro vecino que nos vió aparecer a los piés del camino que cruzaba la carretera no se le ocurriría otra cosa que animarnos con la pregunta ¿Porque no habéis rodeado la calle por la carretera? Era más fácil y llano- explicaba el señor… Mi padre me miró y yo lo miré a él, se hizo el silencio y nos despedimos del amable señor. Frente a nosotros la neogótica Iglesia de San Pedro Ad vincula, debido a sus tonos rojizos, nos haría recordar nuestro paso por la andaluza localidad de Almadén de la Plata, digo tonos porque indiscutiblemente en nada mas se asemejaba a aquel lugar de culto de la Vía de la Plata y paso transandaluero.

Escasos 20 km nos distaban ya de nuestro final de ruta, San vicente de la Barquera, pueblo natal del conocido cantante David Bustamante. Paseamos por sus calles en la búsqueda del albergue con los ojos bien abierto por si nos firmaba las alforjas pero nada no hubo manera, estaría de gira o durmiendo la siesta el chiquillo.
Sorprenderemos pronto a los hospitaleros del albergue ya que no esperaban a nadie un 24 de Diciembre, –¿Peregrinos? – sí señora- Lo somos. ¿Podemos descansar aquí?- Sin embargo, las maletas preparadas y los platos de comidas cubiertos de film y papel albal para la cena de navidad nos darían prácticamente la respuesta, aun así lo solucionarán pronto, ya que habían acordado con Dulce, una señora mayor amiga de la familia, que si llegaran peregrino ella cedería uno de sus pisos al mismo precio que el albergue, por lo que de esta forma quedaríamos todos contentos. Antes de despedirnos de la familia del albergue, el abuelo de la familia nos preguntaría si algunos somos cerrajero, ¿un cerrajero? Sí precisamente yo lo soy,- respondería el peregrino Félix. Y allí estaba, el patriarca de este dúo alforjero, fiel a su antiguo oficio reparando de forma desinteresada y con gratuidad , la pestillera de alguna cerradura atascada. Agradecimientos y felicitaciones típicas navideñas y rumbo al piso donde pernoctariamos.
Acabaría un 24 de diciembre, sin fun, fun, fun, peces en el río ni entonando el a Belén pastores u otros villancicos populares, pero eso sí, con turrón, pollo asado, arroz con leche y salami fresco del Lupa, para los que no lo conozcáis es el supermercado por excelencia Cántabro, ¡calidad y buen precio! (Con la publicidad gratuita que les he dado ya me podrían haber invitado una barrita de pan pero bueno…) En definitiva una improvisada cena sin grandes lujos pero sin precariedad, con la celebrar la citada navidad.

Y bueno, esa fue nuestra festividad navideña, nuestra última noche cántabra, la senda de dos hombres y un destino, a contracorriente y para nada cobardes, luchando contra los toboganes de Santa Cruz, respirando el aire que Cudòn nos da. Disfrutando de ti, Santillana del Mar que como tú ninguna, tu toque medieval, tus calles consideraras conjunto histórico desde 1889, [y ahora sí que sí amigo impaciente que llegaste hasta el final], aunque te conozcan como la villa de las tres mentiras, puesto que ni eres Santa, ni eres llana ni tienes mar, para nosotros has sido mucho más.
Y bueno! Aunque no soy ni somos un Superman, allí estábamos en San Vicente de la Barquera, disfrutando de las Navidades como cada año, a golpe de bielas y con Santiago de Compostela como meta! – ¿Soy el único que se ha dado cuenta que me he dejado influir por las letras del Busta?
Pronto la crónica del reino de la sidra y de los premios Principado de Asturias!
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